Con Donald Trump en la presidencia y controlando el Congreso, el Partido Republicano ha disfrutado durante los últimos dos años de un poder casi total en Estados Unidos. Hasta ahora.
El triunfo obtenido por el Partido Demócrata en la Cámara de Representantes en las elecciones de mitad de período celebradas este martes significa el fin de la hegemonía republicana en el Poder Legislativo y puede cambiar significativamente la dinámica política en el país.
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A partir de ahora, las iniciativas de la Casa Blanca no solo deberán superar el escrutinio del Poder Judicial, que desde 2017 ha sido el principal órgano de control sobre el Ejecutivo de Trump, sino que además se toparán con una Cámara Baja regida por una mayoría demócrata.
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Aunque el Partido Republicano logró mantener el control del Senado, la pérdida de la Cámara de Representantes implica un cambio significativo que puede traer notables consecuencias.
Los demócratas recuperan el control de la Cámara de Representantes en unas elecciones que profundizan la división en la era de Trump
BBC Mundo te cuenta 4 cosas que pueden cambiar tras las elecciones de mitad de período en Estados Unidos.
1. El fin de la agenda republicana unilateral
Con el control de los poderes Ejecutivo y Legislativo, el Partido Republicano tenía la capacidad de impulsar y aprobar en solitario las iniciativas legislativas que considerara pertinentes como, por ejemplo, los recortes de impuestos aprobados en diciembre de 2017.
Menos éxito tuvieron con los intentos por derogar y reemplazar la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, conocida como Obamacare, una de las promesas de los republicanos para los comicios de 2016 que no pudo materializarse por divisiones en sus propias filas.
El mapa interactivo con los resultados de las elecciones de mitad de período de Estados Unidos
Ahora, con los demócratas controlando la Cámara de Representantes, las posibles iniciativas republicanas, especialmente las relacionadas con posibles recortes de beneficios sociales como los vales de alimentación o la seguridad social, no podrán prosperar en el Capitolio.
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«Los demócratas podrán bloquear la agenda legislativa de Trump y obligar al Senado a votar sobre algunas leyes progresistas populares. Probablemente estas no serán aprobadas, pero les darán a los demócratas una nueva plataforma para mostrar sus propuestas», señala Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington.
«La división del control del Congreso suele ser una receta para su parálisis política y podría llevar a un bloqueo presupuestario y al ‘cierre técnico’ del gobierno (por falta de fondos)», agrega.
2. Mayor supervisión sobre la Casa Blanca
Más allá del control sobre la agenda legislativa, el triunfo en la Cámara de Representantes le otorga al Partido Demócrata grandes facultades de supervisión sobre el ejecutivo de Donald Trump.
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Con su nueva mayoría, los demócratas podrán designar a sus legisladores al frente de las comisiones parlamentarias, incluyendo -por ejemplo- del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, en cuyo seno -y bajo mando republicano- se desarrolló una investigación sobre la supuesta interferencia de Rusia en la campaña presidencial de 2016.
En sus conclusiones se cuestionó la labor de los servicios de inteligencia estadounidenses y se negó la existencia de algún tipo de colusión entre la campaña de Trump y Moscú.
Esa investigación podría ser reabierta.
La prensa estadounidense ha publicado informaciones según las cuales, antes de las elecciones, ya había algunos demócratas estudiando la posibilidad de usar otras comisiones para investigar los negocios de la familia Trump e incluso buscando las vías legales para -desde el Congreso- obtener copias de las declaraciones de impuestos del mandatario.
Desde mediados del siglo pasado, existía la tradición de que los principales candidatos presidenciales en Estados Unidos hicieran públicas sus cuentas con el fisco. Donald Trump se negó a hacerlo, con lo cual generó una gran polémica.
Más allá del mandatario, los nuevos poderes de supervisión de los demócratas en la Cámara de Representantes les permitirán investigar, citar y obligar a comparecer a los altos cargos del gobierno para que rindan cuentas sobre los asuntos más polémicos.
«Los demócratas tendrán ahora su primera oportunidad para investigar los posibles nexos entre la campaña presidencial de Trump y Rusia, el imperio financiero del mandatario y cualquier acusación de corrupción contra altos funcionarios de su gobierno. Hay que prepararse para ver muchos fuegos artificiales», vaticina Zurcher.
3. Un gobierno por decreto
Con los republicanos controlando el Senado y los demócratas la Cámara de Representantes en un ambiente político polarizado, es poco probable que el Congreso logre aprobar leyes significativas.
«Será una situación parecida a la que se vio durante la última etapa de Barack Obama, cuando había más probabilidades de que se produjera un ‘cierre técnico’ del gobierno porque no lograba que le aprobaran los presupuestos y no se aprobaba casi nada en el Congreso», señala Zurcher.
En estas circunstancias, es previsible que Trump acuda -como hizo en su momento Obama- al uso de órdenes ejecutivas para gobernar e imponer su visión de país, dentro del marco de discrecionalidad que le otorgan las leyes.
Cabe destacar que durante sus primeros dos años en la Casa Blanca, Trump ha hecho uso de estos decretos con bastante regularidad, en gran medida para deshacer normativas aprobadas por su antecesor.
Ahora, con pocas opciones de obtener el visto bueno de la Cámara de Representantes, estos decretos pueden convertirse en una herramienta fundamental para el Ejecutivo estadounidense.
4. ¿Regreso al bipartidismo?
El hecho de que el control de las cámaras del Capitolio esté dividido no tiene necesariamente que derivar en un bloqueo legislativo.
Otra opción sería que la nueva situación obligue a republicanos y demócratas a negociar y a entenderse para sacar adelante sus respectivas iniciativas.
Los acuerdos bipartidistas tienen una larga tradición histórica en Estados Unidos.
Sin ir muy lejos, el año pasado el Congreso aprobó la Ley para contrarrestar a los adversarios de EE.UU. a través de las sanciones (CAATSA, por sus siglas en inglés) que vio la luz con un apoyo casi unánime (fue aprobada por 98 de 100 senadores).
Esta norma era objetada por Trump quien, al momento de firmarla, emitió una declaración en la que dejaba claro que consideraba que esa ley tenía fallas y la cuestionaba por limitar el poder presidencial para negociar con estos países.
Ciertamente, esta ley fue una excepción en un Congreso en el cual los propios republicanos no pudieron ponerse de acuerdo para encontrar una solución a la situación de los jóvenes inmigrantes que llegaron sin papeles a Estados Unidos siendo menores de edad, o para aprobar una ley que sustituyera y mejorara el Obamacare.
Así, este escenario de vuelta al bipartidismo es técnicamente posible aunque, en tiempos de polarización política, luce poco probable.
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