¿ Venezuela se convertirá en epicentro de una nueva crisis geopolítica entre Estados Unidos y Rusia , como la crisis de cohetes de Cuba en 1962? La tensión entre ambos países, en todo caso, aumentó en los últimos días con la intensificación de los enfrentamientos en Venezuela, acompañados por un sensible incremento de la asistencia militar rusa al régimen de Nicolás Maduro . Las recientes declaraciones del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, no hacen más que confirmarlo.
«Según nuestras informaciones, había un avión listo para despegar [hacia Cuba]. Los rusos lo convencieron de quedarse», dijo Mike Pompeo a la cadena CNN, al precisar que Maduro tenía la intención de refugiarse en La Habana.
En las principales capitales europeas y en el cuartel general de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Bruselas se encendieron las luces rojas cuando se supo que el 23 de marzo habían llegado dos aviones rusos al aeropuerto Simón Bolívar, en Maiquetía (estado Vargas), que transportaban 99 militares, comandados por el mayor general Vasilly Tonkoshkurov.
Esos aparatos, un Antonov 124 y un Ilyushin Il-62, llevaban además 35 toneladas de material. Moscú aseguró que se trataba de un proyecto de «asistencia técnica». Pero Estados Unidos aseguró que, en realidad, los militares rusos -especialistas en cohetes- tenían por misión poner en buen estado de funcionamiento los misiles tierra-aire S-300, afectados por el gigantesco corte electricidad registrado entre el 7 y el 14 de marzo.
La llegada de ese contingente militar causó inquietud e irritación en Estados Unidos. El primero en reaccionar fue el presidente Donald Trump , que intimó al Kremlin a abandonar el país, a «respetar» y no intervenir en las relaciones de Washington con Caracas. El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, confirmó el envío de «especialistas» encargados de ejecutar los contratos firmados en 2011 con Caracas, pero minimizó la importancia del episodio.
En respuesta a las reacciones norteamericanas, Rusia respondió que no tenía ningún contingente militar ni que llevaba a cabo operaciones militares en Venezuela. «No se trata de ningún contingente militar y, por lo tanto, son totalmente infundadas las afirmaciones de que Rusia está realizando operaciones militares en Venezuela», dijo en aquel momento la vocera de la cancillería rusa, Maria Zajarova. «Los intentos de intimidar a Moscú con sanciones por su cooperación legítima con Venezuela parecen absurdos», agregó.
El incremento de la presencia militar rusa en Venezuela no es juzgado como un episodio menor por las cancillerías europeas y los especialistas de la OTAN. La llegada de los aviones con técnicos en misiles no son un episodio aislado. Los gobiernos occidentales están en alerta máxima después de la reciente inauguración de un centro de formación para pilotos militares de helicópteros rusos Mi-17V-5, Mi-35M y Mi-26T.
El régimen de Maduro también está construyendo una fábrica de ametralladoras del tipo Kalashnikov y una fábrica rusa de proyectiles.
Desde enero, también circulan versiones -inverificables- sobre la presencia de mercenarios rusos de la milicia Wagner, fuerza privada independiente que opera en misiones «non sanctas» con el acuerdo tácito del Kremlin. La llegada de esos combatientes, con gran experiencia en el este de Ucrania y en Siria, fue desmentida por el embajador ruso, Vladimir Zaiemski, que desautorizó la información, al afirmar que se trataba de una «broma». Pero pocas horas después fue confirmada al diario francés Le Monde por el exmercenario Evgueni Chabaiev, que dirige un grupo de «perros de guerra» de origen cosaco.
Los célebres Wagner habrían asumido al parecer la protección de altas personalidades del gobierno chavista, en particular de Maduro, y trabajan al mismo tiempo en la formación de una guardia pretoriana de 400 miembros encargada de la seguridad de los funcionarios clave del gobierno en caso de complot o invasión militar del país.
Desde la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética mantenía una estrecha relación con Cuba y sus buques de guerra tenían vedado el paso por el Canal de Panamá -entonces bajo soberanía de Estados Unidos- Moscú parecía haberse alejado del hemisferio. Las únicas naves de guerra que alguna vez cruzaron el Canal de Panamá fueron cuatro submarinos en 1944, cuando Washington y Moscú eran aliados en la guerra contra la Alemania nazi.
Pero las cosas cambiaron desde la llegada de Hugo Chávez al poder y su acercamiento con Cuba. Desde entonces, Rusia se convirtió en el principal proveedor de armas de Venezuela.
La política actual del Kremlin en Venezuela es similar a la estrategia de la URSS en Nicaragua en los años 1980. Moscú proveía ayuda económica y militar al gobierno sandinista y procubano que la «Contra», el ejército contrarrevolucionario financiado por Estados Unidos, intentaba derrocar.
«La improvisación y el efecto sorpresa caracterizan el actual modelo ruso de desestabilización», señala Gleb Pavlovsky, politólogo e historiador ruso. ¿Se espera a Rusia en Ucrania? ¡Aparece en Siria! ¿Se la sospecha de una nueva acción en Siria? Reaparece en República Centroafricana o en Venezuela.
Se trata de una estrategia conocida como «la política de los flancos», que consiste en no atacar al adversario en forma frontal, sino por los flancos, asumiendo un riesgo mínimo.
«De esa forma -según Pavlovsky- Rusia da la impresión de estar en todas partes, aunque esa omnipresencia no corresponda a la realidad».
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