Una enorme mentira marcó la relación de David Carroll y Lucy Witchard desde su primera cita en 2006. David le dijo a Lucy que padecía leucemia. A ella no le importó y aquella cita se convirtió en una relación de nueve años. Eso sí, en ese tiempo él nunca le permitió a su pareja acompañarlo a las supuestas sesiones de quimioterapia, con la excusa de mantenerla al margen de su sufrimiento.
«Te quiero proteger de todo esto», se excusaba David ante Lucy, que así lo ha declarado en una entrevista en la BBC. Tenía sospechas de que su marido no estaba enfermo, pero cuando suscitaba la cuestión él le replicaba: «Nuestra relación no puede funcionar si no confías en mí».
El viaje a Estados Unidos financiado por su suegra convirtió las sospechas de estafa de Lucy en casi una certeza. A su regreso a Reino Unido, abordó a su marido para decírselo, pero él enfureció. David alimentó una vez la larga mentira recurriendo a un amigo del trabajo, que llamó a Lucy haciéndose pasar por el médico de su marido. Esa treta acabó con el montaje y con la pareja. «Supe, tras esa llamada, que nuestro matrimonio estaba acabado», ha declarado Lucy.
La engañifa de David no se limitó a su ámbito familiar. Un antiguo compañero de su equipo de rugby también declaró a BBC que le había estafado. «El club organizó dos eventos para recaudar fondos que incluían una carrera para apoyar a Carroll y a los enfermos de leucemia», aseveró a la televisión británica.
En el juicio a David Carroll su defensa arguyó que el enfermo imaginario sí tenía un problema médico, pero no cáncer: un trastorno de la personalidad que le afectó en la época en la que mintió por primera vez a su futura esposa. Eso no le ha librado de una condena, aunque ha quedado en suspenso, que le obliga a trabajar 180 horas en labores comunitarias y a indemnizar a su exsuegra por el mismo importe que ella le dio para su viaje. Durante un año tampoco podrá acercarse a ella, en virtud de una orden de alejamiento, ni tampoco a su exmujer.