¿Qué sigue para Venezuela?

El intento fallido del opositor Juan Guaidó de quebrar el apoyo militar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, endureció aún más las posiciones y afianzó a la Fuerza Armada como el actor decisivo en la pugna por el poder. ¿Qué sigue? Juego trancado Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por medio centenar de países, no logró que el alzamiento de un reducido grupo de militares, liderado por él, desatara un apoyo en cadena del estamento castrense. «Hubo gente que faltó por cumplir», admitió el dirigente, ante versiones de EEUU de que el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, y otros altos jerarcas echaron para atrás a último momento su apoyo a la rebelión del 30 de abril. Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, dijo que «las fuerzas de oposición subestimaron la resistencia de Maduro (…) y su habilidad de enfrentar la presión de calle». Ello «podría traer» una «fase de frustración y desconfianza», opina por su parte Luis Vicente León, director de la firma Datanálisis.

Guaidó ya había intentado generar la ruptura el 23 de febrero, cuando pretendió ingresar por las fronteras donaciones en alimentos y medicinas de EEUU, y Maduro lo impidió. Sin embargo, el opositor «mantiene su fuerza y poder de convocatoria», a pesar de un «desgaste natural», estima Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, que cifra en 59% la «confianza» ciudadana en el opositor, frente a 15% en Maduro. Además, pese a haber sido despojado de su inmunidad parlamentaria, Guaidó sigue libre. Washington advierte que detenerlo sería el «último error de la dictadura», mientras intenta asfixiar a Maduro con sanciones, sin descartar una acción militar. «En el corto plazo veo un juego todavía trancado, con las posiciones cerradas, que no conduce a nada», indica Seijas. Desgaste y represión Tras la rebelión, Guaidó promueve una huelga general e insiste en pedir a la Fuerza Armada que rompa con Maduro, confrontado a la peor crisis económica en la historia moderna del país petrolero. «Esta estrategia, que es poco realista, ya está desgastada», escribió Shifter en The New York Times junto a Bruno Binetti. Maduro, por su parte, ha aparecido reiteradamente en televisión con la cúpula militar y miles de soldados, advirtiendo que el «intento de golpe de Estado» no quedará impune. Es posible que «intensifique la represión, que ya es bastante severa», sostiene Shifter. Siete diputados serán enjuiciados por apoyar la insurrección, en medio de la cual el opositor Leopoldo López fue liberado de su arresto domiciliario y se refugió en la residencia del embajador español en Caracas. El líder socialista también «va a seguir apostando al desgaste» de Guaidó, a medida que el tiempo pase y no logre expulsarlo del poder, y «anulándole piezas», estima Seijas, quien señala que el opositor deberá esforzarse por mantener viva la movilización. Una purga interna del chavismo está por verse. León piensa que la historia de conspiraciones de EEUU, según la cual Rusia impidió que Maduro dejara el poder el 30 de abril, «parece más una estrategia para presionar la fractura» y «justificar el incumplimiento del objetivo». Negociaciones Para Seijas, las dos fuerzas «están más o menos equilibradas, pues ninguna ha logrado anular a la otra», lo que abre la posibilidad de negociaciones. Guaidó planteó una «transición acordada» como la que terminó con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, cuando una junta de gobierno convocó a elecciones. Podría ser una «transición interna», con Maduro fuera del juego, «en la que otro grupo del chavismo tome el poder», opina Seijas. De todos modos, los militares, a quienes Maduro ha otorgado amplio poder, seguirían teniendo la última palabra. Hasta ahora, Guaidó les ha ofrecido una amnistía y EEUU levantarles sanciones si dejan al mandatario. «Deben tener confianza en que participarán en un cogobierno que preserve su poder y les permitan la autoprotección, algo para lo que no tienen ahora alguna oferta creíble», asegura León. Este martes, en un guiño a los oficiales, Washington levantó sanciones contra Christopher Figuera, exjefe de inteligencia, por apoyar el alzamiento. «El árbitro final son las Fuerzas Armadas. Ahí es donde está el poder», subrayó Shifter. Mientras, Washington y Moscú seguirán jugando su propia partida. «No es de extrañar que una vez agotada la estrategia de sanciones y paros, con el país destruido, los aliados externos se vean tentados a negociar de manera directa con el sector militar, si este decide tomar el poder», advierte León.]]>

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